Luis Alfredo Garavito fue un demonio que mató a 147 niños en diferentes regiones de colombia. Un verdadero Hijo de la gran puta, como se dice por estas tierras.
Con 42 años, la cara de imbécil supremo, recibió la sentencia.
Según la Fiscalía General de la Nación se lo investiga por el homicidio de 176 niños en su paso por 59 municipios del país.
Su ardid era semejante al de Camargo: se hacía pasar por indigente, discapacitado, vendedor ambulante (ojo a quien le abres la puerta! )o representante de fundaciones ficticias.
Así se colaba en las casas y mataba.
Lo conocieron como "Alfredo Salazar", "El Loco", "Tribilín", "Conflicto", y "El Cura".
Como siempre, esta especie de demonios buscan niños. Si son pequeños, mejor. En el caso de Garavito mató a niños cuya edad comprendía de 6 a 16 años, si estaban sumidos en la pobreza mejor. Así nadie los reclamaría.
Los abordaba en parques, en terminales de buses, plazas, mercados, y barrios marginales. Para que le dieran atención les ofrecía dinero o comida. Iban caminando juntos hasta algún lugar descampado y ahí, zas!.
Según las investigaciones, los cuerpos sin vida fueron hallados degollados, mutilados, con señales de abuso y de haber sido amarrados.
Le encantaba al degenerado mutilar los genitales, cortas nalgas, y penetrar contra natura. Según confesaría posteriormente, fue influenciado por el diablo.
Unos videos sobre este perverso asesino serial latino. Uno de los peores.
Sobre eso, Garavito alguna vez escribió:
“Siempre desde niño tuve muchas frustraciones, todo me salía mal, yo fui un hombre bueno, sufría y me daba mucho dolor cuando los demás sufrían. Había algo que me acontecía, no sé, que repasaba era algo extraño que me obligaba a ser esto y embriagarme y cuando volvía a mi estado normal yo sufría terriblemente porque yo a nadie le podía contar qué era lo que me pasaba, que era algo extraño y terrible; mas nunca me metí con los hijos de mis amigos y de la gente que era buena conmigo, yo los respetaba, antes los aconsejaba al bien, los veía como si fueran mis propios hijos, mas la señora que compartió el techo conmigo al hijo de ella yo lo quería como si fuese un hijo mío, nunca lo irrespeté ni con mi pensamiento”.