El hallazgo sucedió en el área de Parque 12 de Febrero, cerca del puente Libertador, en el estado de Táchira. Allí unos muchachos encontraron huesos humanos. La policía acudió de inmediato. Y además de los restos mencionados encontraron los de 6 personas, en realidad partes: cabezas, pies, etc.
Al principio se pensó que era un despiadado ajuste de cuentas, o quizá alguna secta merodeadora de la región, pero a través de una investigación basada en reportes de personas desaparecidas en 1998, se confirmó que todo era obra de una sola persona: el primer asesino serial de la historia venezolana.
Así, en unas pesquisas por zonas lindantes, encontraron un rancho maloliente donde habitaba un desquiciado que al ser interrogado habló como si tal caso de sus crímenes. Dorangel Vargas Gómez de 42 años, relató:
"La carne de los hombres sabe mejor que la de las mujeres", ante la mirada atónita de los policías
Y añadió "Que la panza la cocinaba y se la comía, pero que le producía indigestión los pies, manos y cabezas por eso los botaba por ahí",
Al "Comegente" , como se lo llamó, le encantaba comer hombres, "estos son como más sabrosos. Las mujeres son dulces. Es como comer flores y te dejan el estomago flojo".
Como si de un cocinero se tratara, explicó que los hombres delgados sabían mejor que las mujeres y que los sabores más agradables se conseguían en la zona del vientre. Además, al parecer, compartió su condumio con otras personas sin que lo supieran:
"No me arrepiento de nada, como dice la iglesia, yo compartí mi pan con el prójimo y muchos me alabaron por el relleno de mis empanadas. Por necesidad me he metido en esta vaina. No me arrepiento, al contrario, me alegro porque me gusta la carne. Lo único que no me da apetito son las cabezas, manos y pies de los seres humanos pero me los comía en sopita cuando me daba hambre".
Su macabra lista llega más o menos a 40 personas. Pero fue tal la difusión mediática de este despiadado asesino serial, que muchos temieron que hubiera imitadores de sus crímenes y "tentaran" a la gente a probar carne humana.
Su modo de asesinar siempre era el mismo: utilizaba un tubo de aluminio como cerbatana y se dedicaba a estudiar un poco sus víctimas antes de cazarlas, en general corredores, niños, obreros. Y aunque ya había sido apresado y pasado una temporada en un psiquiatrico, volvió a sus andandas al salir. Lo liberaron porque "no representaba ningún peligro para la colectividad".
Este hombre nacido en 1957 en el seno de una familia dedicada a la agricultura y que llegó sólo a sexto de primaria, cocinaba a sus víctimas con hierbas exóticas, según reconoció él mismo después de su captura.
En una entrevista reciente para una revista, Vargas explicó en qué consistía comer gente:
"¿Usted ha comido... ha comido... veras? Bueno, igual. Claro que como gente. Cualquiera puede hacerlo pero hay que lavarla bien y condimentarla bastante para evitar el contagio de enfermedades... yo sólo me como las partes con músculos, particularmente los muslos y las pantorrillas. Con la lengua hago un guisado muy rico y los ojos los utilizo para hacer sopa".
Actualmente está en una hedionda celda de la Dirección de Seguridad y Orden Público del Estado de Táchira. Quizá esperando el momento de salir para continuar con sus cacerías.