Daniel Camargo: la bestia de los Manglares

Daniel Camargo Barbosa tenía un modus operandi cuando menos original. Se vestía de pastor evangélico e iba, biblia bajo el brazo, de puerta en puerta, esperando encontrar indefensa a su víctima.

Entonces lanzaba la biblia y sacaba el cuchillo (o unas tijeras) y las abusaba; generalmente niñas y mujeres jóvenes.

Luego del abuso venía la inevitable muerte.

Este hombre, nacido un 22 de enero de 1930, de no más de 170 de estatura y tez trigueña, se justificó muchas veces diciendo que su madre era prostituta, o que lo vestían de niño como mujer. Que tuvo que ayudar a su familia en lugar de poder estudiar.

En suma: seguramente tendrá mil justificaciones por haberse convertido en un demonio, el tema acá es ¿y?.

¿Eso le justificó mantener en vilo a todo ecuador, y llevarse, a lo largo del tiempo, la vida de unas 71 a 150 jóvenes?

Lo cierto es que era una bestia. Por eso se lo conoció como La Bestia de los Andes, mataba con extrema meticulosidad, evitando dejar pruebas que lo incriminaran. Era un asesino frío y calculador, que despedazaba a sus víctimas luego del coito.

Sin embargo, fue detenido por primera vez por hurto en 1958.

Pero por sus crímenes lo sentenciaron en 1974 a 30 años bajo la sombra; por la violación y muerte de al menos 11 mujeres.

Lo mandaron a la Isla de Gorgona. Una isla volcánica, situada en la costa del pacifico, de la que nadie había podido escapar.

Pero Camargo huyó, en virtud de su estudio de las corrientes del mar, en 1984 usando una embarcación improvisada.

Las autoridades lo dieron por muerto y publicaron que seguramente había sido pasto de los tiburones. No fue así.

Al poco apareció en ecuador dando lugar a otra retahíla de crímenes y violaciones.

Entre el 84 y 86 mató como bestia.

El 31 de mayo de 1986 finalmente, apresado, acorralado, culpado por una víctima que se le escapó de las manos, se declaró culpable.

Entonces contó que había estado como indigente en Guayaquil, trabajaba cargando bultos en el mercado, dormía a la intemperie, en bancas que había por ahí, y se mantenía con un sueldo miserable.

Solía descargarse de sus frustraciones con el crimen , la violación, el sadismo. Confesó que se guardaba prendas de sus víctimas e incluso llegó a enamorarse de alguna de ellas.

El 13 de noviembre de 1994 fue asesinado por Giovanny Arcesio Noguera Jaramillo en el Centro de Rehabilitación de Varones de Quito.

El demonio regresó al infierno.