El caso Ángeles Rawson y los abogados del diablo

Uno pensaría que un caso donde hay una prueba de ADN, una confesión por parte del asesino, ya es suficiente para dar carpetazo final y a otra cosa. Pero no. 
Los abogados defensores del asesino, este es, Jorge Mangeri, insisten, en una desusada defensa ad hoc, que está mal el ADN, que no fue tal la confesión del portero, etc. 
Usan los medios, y sus contactos con estos, para divulgar una idea errónea sobre la causa. Siembran, como sólo ellos saben hacerlo, la duda en la población. Y para ello, les pagan a peritos que, bajo el lema de buscar la verdad (en realidad, defender a un asesino) esgrimen parámetros inverosímiles. 
Dicen - y lo dicen muy correctamente, en lenguaje erudito - que las pruebas de ADN pudieron haber sido afectadas, que en la misma máquina donde va el ADN del portero y el ADN hallado bajo las uñas de la víctima, pudieron haber sido mezcladas. 
Esto, y decir que los que hicieron las pruebas son ineficientes y estúpidos es casi lo mismo. O que las hicieron con una venda en los ojos, para generar un complot misterioso que culpe al pobre diablo del portero. 
Ya el padrastro se les fue de la mira cuando unas cámaras ubicadas en el Banco Macro de Sarmiento y Reconquista lo localizan a la hora del crimen. 
Pero no les basta. 
Desesperados, viendo que su balsa agujereada naufraga, se aferran con la misma desesperación del ahogado a lo que encuentran. Y señalan a la mucama. Que no estaba. O el hermanastro ¿estaba o no en la casa?. 
No sólo eso. 
Especulan, y los medios y periodistas le van a la saga, con las cámaras de seguridad del edificio lindante a Ravignani. 
Allí se la ve a la menor llegando. 
Y dicen los periodistas “¿Oh, cómo es posible que nadie haya visto cuando la atrapó en la entrada el portero?” “¿Cómo nadie vio el forcejeo con la chica?”. 
Y lo dicen, como si no existiera la posibilidad, más que probable, de que el portero cuando ingresó Ángeles al edificio, la haya reclamado como cualquier portero reclamaría a un inquilino, diciéndole, por ejemplo, “Ángeles, te llegó esta boleta o esta caja, que tengo en el sótano, me ayudas?”. 
¿Quién desconfiaría de una persona que conoces de casi toda la vida?. 
Ella pudo haberse aproximada al sótano, en el vano de la entrada, el hombre la pudo haber agarrado y llevado dentro. 
El mismo escenario podría ser diciéndole que le llegó un correo para la familia, una caja, que la tiene en su piso, si lo pudiera acompañar a buscarla, que enseguida se la da. 
Y cuando pisa su propiedad, que estaba solitaria ya que su mujer no se encontraba (alergia a la pintura, muy apropiado para el caso), pudo haber desflorado toda su perversidad. 
En mi opinión, el lugar del crímen ha sido su departamento (para algo lo vació de su mujer). El móvil, a todas luces, sexual. 
Las marcas en el abdomen del asesino indican que no tenía remera puesta. Y para la fecha en que sucedió el crimen, el clima no ameritaba a andarse con medio lomo desnudo. 
Debo recordar que los intentos no tienen por qué terminar en penetración. Por algo son intentos. Y también, existen renombrados casos en la historia de la criminología donde el asesino y violador goza eyaculando a través del acto violento del crimen. 
Jean-Claude Romand
¿Recuerdan a los “panes de Dios”, Andrei Romanovich Chikatilo, John Wayne Gacy, o Jean-Claude Romand
En el caso de Jean-Claude Romand, como es sabido, asesinó a su mujer y sus hijos y a sus padres por una locura que tenía de que no deseaba que se enteren de su secreto, este es, que era un don nadie vividor y no un médico reputado. 
Por un secreto, tan sólo eso, mató. 
El parecido físico con el portero es mera coincidencia. ¿Y el resto?. 
CONCLUSION 
Como dije en otro informe, y antes de los resultados de ADN y la confesión del portero, existen indicios sólidos de la autoría del portero en el crimen
Las ausencias apropiadas, los escombros, la lejanía con la familia de la víctima, etc. 
En última instancia incluso un familiar lo culpó. 
Un policía de la familia donde Mangeri fue a pedir consejo y cuando le preguntó que haría si fuera el asesino, le dijo el oficial: “te metería preso”. 
Digamoslo de una vez: las pruebas son abundantes. Irrefutables
Decir lo contrario es defender un asesino. 
Un asesino tan macabro que lanzó a la pobre niña en un container de basura y se fue a otra cosa. 
A ese personaje, incriminado por todos lados, le buscan la nulidad, buscan hacerlo zafar de la cárcel. Y me pregunto ahora ¿Quién es peor? ¿Este psicópata o los abogados defensores que, haciendo la vista gorda, evaden las notables evidencias en contra de su apoderado?. 
¿Quién es peor? ¿El diablo o el abogado del diablo?.
 
Fuente: www.sjarre.com.ar
Autor: S.Jarré